Todos somos conscientes del auge que los transplantes capilares han experimentado en nuestra sociedad en los últimos años. Y no es de extrañar considerando que España, según diversos estudios, ocupa el segundo lugar en el ranking mundial de la calvicie masculina, siendo solamente superada por la República Checa.

En dichos estudios se estima que el 43% de la población masculina en España sufre Alopecia Androgenética, la mas común de las alopecias en hombres. Estos estudios también arrojan datos bastante significativos, como son que el porcentaje de población femenina en España para este tipo de alopecia es de un 30% y que un 80% de la población (masculina y femenina) padece algún tipo de alopecia.

Hace tan solos unos años, la opción de hacerse un transplante capilar en nuestro país suponía un desembolso económico que no estaba al alcance de cualquier persona. Este hecho provocó la popularización de los transplantes en Turquía, ya que el coste de un implante allí venía a ser la tercera parte de lo que se pagaba en nuestro país, gastos de transporte y alojamiento incluidos.

Pero esta demanda ha provocado, a su vez, un incremento de clínicas capilares hasta tal punto que, en España en los últimos dos años, se han multiplicado por 4 los centros que ofrecen estos servicios a un precio bastante competitivo y ya son muchas las personas que se hacen este tipo de tratamientos sin salir al extranjero.

Pero hay una pregunta que no podemos obviar dentro de esta realidad: ¿cómo se atiende a la piel (principal órgano afectado) ante una intervención de esta naturaleza? o preguntado de otra forma ¿Cómo se enfoca una intervención capilar para maximizar el resultado?

Pues nos atrevemos a decir que hay tantas respuestas como profesionales y, lo que es mas preocupante es que, independientemente de infiltraciones de plasma u otros métodos que pretenden mejorar el resultado, los productos recomendados suelen tener escasa compatibilidad con las necesidades de una intervención de esta naturaleza, pues en la mayor parte de los casos estos productos contienen parabenos, sulfatos y productos derivados del petróleo. No hay nada más que leer el INCI del producto recomendado para poder comprobarlo. Y lo que es no menos importante. En la gran mayoría de los casos, estos tratamientos son post-intervención.

El hecho de que se prescriban determinados productos normalmente poco adecuados (o manifiestamente mejorables) para el proceso de cicatrización y regeneración que requiere una intervención capilar se ha debido, sobre todo, a que no ha existido, hasta ahora, ningún tratamiento específicamente creado para atender las necesidades de la piel en un proceso que, consideramos, no debe comenzar tras la intervención quirúrgica, sino que debe hacerlo con anterioridad a la misma.

¿Por que?. Pues, es de bastante sentido común. La piel es el órgano mas grande, mas pesado y mas visible de nuestro cuerpo y, como cualquier otro órgano, ante la posibilidad de ser sometido a una intervención (capilar, en nuestro caso), es prioritario que se encuentre en óptimas condiciones en el momento de la cirugía y que tenga un correcto proceso de cicatrización.

Es de vital importancia de cara a la cirugía que la piel esté higienizada y sin depósitos de residuos, que tenga un ph estable, sin descamaciones y un óptimo control de la seborrea. Del mismo modo, es preciso que las unidades foliculares donantes se encuentren limpias y nutridas, que la zona receptora tenga su microbiota estable, controlando además las diversas patologías que pueda presentar la piel antes de la intervención y que, a posteriori, dificulten el éxito del transplante.

Tras la intervención, además, se debe procurar (entre otros muchos aspectos) una óptima cicatrización manteniendo una renovación celular estable para el correcto anclaje de la unidad folicular, aumentar la proliferación de queranocitos, elevar la producción de trasglutaminasa, caspasa, profilagrina, etc.. con una piel descongestionada, higienizada y con un buen índice de restauración de la emulsión epicutánea.

En este sentido y, más a medio plazo, es igualmente importante nutrir el cabello implantado para evitar su pérdida, así como paralizar procesos de minituarización, reducir factores estresores del cabello y tener un cuero cabelludo nutrido para una función anticaída completa.

Se puede concluir, pues, que cualquier persona que esté pensando hacerse un implante capilar debería considerar:

a) que el proceso de tratamiento de piel y cabello no empieza el día de la operación, sino que debería comenzar un tiempo antes para que ambos afronten la intervención en las mejores condiciones posibles.

b) la importancia de mantener un buen proceso de cicatrización e hidratación tras la operación.

c) la necesidad de establecer un mantenimiento a medio plazo pues, el cabello implantado, si bien es definitivo, al igual que los cabellos no transplantados, tampoco son ajenos al proceso natural y pueden ir cayendo con el paso de los años.

En Cósmetica Tricológica, a través de su linea de cirugía capilar Medical Implant, damos respuesta a las necesidades de piel y cabello bajo estas premisas estableciendo un protocolo de tratamiento completo para afrontar con las máximas garantías posibles un implante capilar, incorporando en su fórmula principios activos de última generación, naturales y en máximas concentraciones. Sin parabenos, sin sulfatos y sin derivados del petróleo.

Te animo a que lo descubras y compruebes por ti mismo. Infórmate aquí.

Laura Macías.

Directora Técnica de Cosmética Tricológica

info@medicalimplanthair.com